Una hija vuelve a la casa de su madre y abuela, en pleno campo. La tensión familiar, lo no dicho y la frialdad articulan esta obra dramática de Joanna Mellado sobre los afectos trastocados.
“HIJA: Hola, abuela.
MADRE: ¿Así te enseñé a saludar? Dale un beso, un abrazo. Con tanto tiempo lejos se te olvidaron los modales parece.
La abuela alza la barbilla y ofrece la mejilla a la espera del saludo, la hija se le acerca recelosa y le da un beso que es apenas un roce.
En un gesto casi violento, la abuela la retiene de la muñeca y la mira con ojos inquisitivos”.